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miércoles, 9 de mayo de 2012

Inconstitucional elección de magistrados

Por: Lic. Elsa Elizabeth Fuentes*

Es importante reco
rdar que con los Acuerdos de Paz se cambió la configuración jurídica del Estado salvadoreño. Sus instituciones fundamentales y la propia Constitución tenían que ajustarse a principios democráticos para cimentar las bases de una nueva concepción de Estado y de ejercicio del poder. Fue en ese contexto que la reforma del sistema judicial alcanzó relevancia. En lo concerniente a la Corte Suprema de Justicia, se creó un mecanismo para elegir a sus magistrados. Gracias a ello, ahora se requiere, entre otros aspectos, que la Asamblea Legislativa los elija para un período de nueve años y que la Corte se renueve por terceras partes cada tres años (art. 186 Cn.).

En su primera aplicación, este mecanismo supuso un cambio radical: romper con la Corte Suprema de Justicia del pasado y crear por completo una nueva. El 28 de julio de 1994, a través del decreto n.º 95, la Asamblea Legislativa eligió a los 15 magistrados propietarios y 15 suplentes que integraron la Corte Suprema de Justicia de la transición. En ese momento, la Asamblea, excepcionalmente, eligió para períodos de tres, seis y nueve años a cinco magistrados —propietarios y suplentes— para cada uno de esos períodos. Ello con el fin de cumplir, en lo sucesivo, con la renovación por terceras partes y cada tres años de la Corte Suprema de Justicia, tal como manda la Constitución.

En la elección de magistrados de 1997, hubo que renovar la primera tercera parte, es decir, a los cinco magistrados que en 1994 fueron elegidos para un período de tres años. Entre ellos, hubo que designar a un miembro de la Sala de lo Constitucional y elegir a su presidente, que lo sería también de la Corte y del Órgano Judicial. Desde esa elección, el nombramiento para los magistrados comenzó a ser para el período recién establecido de nueve años.

Sin embargo, la transformación del mecanismo y tiempos de designación comenzó en 2003. Ese año, la Asamblea Legislativa, al elegir a los cinco magistrados de la Corte Suprema de Justicia, tuvo que haber escogido a dos para nombrarlos como magistrados de la Sala de lo Constitucional. En 2006, de los cinco magistrados electos, le hubiera correspondido escoger a un nuevo integrante a la Sala. En lugar de ello, la Asamblea completó la Sala con magistrados de otras. En la elección de 2003, movieron a una magistrada y a un magistrado elegidos en 2000 para la Sala de lo Constitucional. En 2006, trasladaron nuevamente a otro, nombrado en 2003.

Lo anterior alteró el orden planificado en la elección de 1994. Los traslados en 2003 y 2006 de magistrados que habían cumplido con su tiempo de servicio de tres años en otras salas implicó que la Sala de lo Constitucional quedara conformada por cuatro magistrados cuyos nombramientos finalizaban en 2009 y un quinto en 2012. De haberse respetado el orden, la Corte Suprema de Justicia tendría que haberse renovado con dos magistrados para la Sala de lo Constitucional y tres para las otras salas en 2012. Al alterarse la lógica de los tiempos de servicio, a los diputados solamente les correspondía elegir al integrante de la Sala de lo Constitucional que sustituiría al magistrado que entró en 2006.

Uno de los argumentos para sustituir a dos magistrados a la Sala de lo Constitucional este año es que, de los actuales, solo Sidney Blanco, Rodolfo González y Florentín Meléndez están nombrados expresamente para nueve años en el decreto de la elección de 2009. Ello deja de lado que a Belarmino Jaime lo designaron como miembro de la Sala. La interrogante es la siguiente: ¿es constitucional designar a un miembro de la Sala de lo Constitucional solamente para un período de tres años? La respuesta es “no”: constitucionalmente, no es posible que los integrantes de la Sala sean designados para un período inferior a los 9 años. Ello implicaría negar la propia estructura e integración que exige la Constitución, negaría también la supremacía de la Sala de lo Constitucional y desnaturalizaría su rango constitucional. Pues, según la Constitución, los magistrados de la Sala de lo Constitucional deben ser designados única y exclusivamente por la Asamblea Legislativa para ser miembros de esa Sala, y esa exigencia constitucional les da una legitimación constitucional y legitimación democrática derivada.

De los cinco magistrados elegidos por unanimidad para el período de nueve años en 2009, cuatro fueron designados a la Sala de lo Constitucional y el quinto para otra sala de la Corte. Así, Belarmino Jaime, Sidney Blanco, Rodolfo González y Florentín Meléndez fueron designados por la propia Asamblea Legislativa para cubrir los cuatro puestos vacantes que dejaron los magistrados de la Sala de lo Constitucional que finalizaron su período en 2009. Por eso, aunque el actual presidente de la Corte Suprema de Justicia, el doctor Belarmino Jaime, ya no sea reelegido como presidente de la Sala de lo Constitucional, sigue siendo integrante de ella; pues legalmente le quedan seis años más para finalizar su período como miembro de la Sala.


*Artículo extraído del sitio web de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas: http://www.uca.edu.sv/noticias/  

La autora es licenciada en Ciencias Jurídicas por la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA). Ha realizados estudios de Máster en Estudios Políticos y de Máster en Estudios Constitucionalistas en España. Actualmente está realizando la tesis de la Maestría en Derecho Penal Constitucional de la UCA. Trabaja como docente e investigadora en la misma universidad.

martes, 8 de mayo de 2012

Correr para soñar

Por Lic. Carlos A. Guzmán* 


La ausencia de espacios públicos es un déficit en El Salvador que pasa inadvertido en la agenda pública, a pesar de la importancia de estos lugares (físicos o mentales) como escenarios ideales para la construcción de lo “salvadoreño”, el espacio para compartir los sueños y el punto de convivencia de los ciudadanos. Por tanto, es urgente la generación de nuevos espacios públicos.

Según Aristóteles, dado que los hombres son animales políticos, por cuanto no son ni dioses ni bestias, y poseen la capacidad para pensar y expresar sus pensamientos por medio de palabras, solo pueden alcanzar la mejor decisión a través de la discusión racional en el espacio común de la ciudad. Además, Thomas Hobbes decía que este espacio es la condición no solo para la existencia de una vida superior y civilizada, sino también para la existencia de la vida humana en sí.

Es así que estos espacios es donde se buscan los dos principales intereses de toda sociedad: a) la supervivencia de la propia comunidad, y b) la promoción de virtudes para vivir mejor (respecto, armonía, etcétera).

Además, estos lugares dan a los habitantes una experiencia más acogedora y democrática que los vincula a su comunidad, es decir, pasan de ser meros paseantes por el mundo a ciudadanos comprometidos.

En la actualidad, el espacio público tiene un carácter polifacético que incluye desde aceras y pasajes, donde la interacción es aparentemente simple, hasta los lugares de identidad, de relación o de historia, que no se limitan a espacios físicos –la Catedral de San Salvador (y su fachada)– sino que abarca los escenarios virtuales y mentales, por ejemplo, manifestarse en redes sociales o cantar el himno nacional como símbolo de identidad.

Al reflexionar sobre nuestras ciudades, nos damos cuenta de que suelen ser un conjunto de murallas fortificadas, plazas y parques abandonados, mercados descuidados, y calles cercadas con plumas y portones (por cierto, de cuestionada constitucionalidad al vulnerar la libre circulación). Esta misma condición geográfica afecta la construcción de ciudadanía en nuestras comunidades y nos muestra un serio obstáculo en satisfacer los intereses antes mencionados. Este deterioro afecta la calidad de nuestra democracia, disminuye el capital social y trastorna la cultura política.

En ese sentido, es indispensable que existan planes de rescate y sostenimiento de estos lugares (físicos y mentales) e integren a los habitantes como parte esencial de este. Para ello se puede analizar las normas relativas a la materia, exigir reformas o nuevas leyes. También se debe felicitar y apoyar a los funcionarios públicos que promueven estos espacios públicos, tales como el concejo municipal de San Salvador con el Parque del Bicentenario, Santa Tecla con el Paseo El Carmen, y otros.

Sin embargo, una cuestión indispensable es que todos los ciudadanos aportemos a la solución mediante la organización comunitaria que permita aprovechar estos nuevos espacios.

Algunos ejemplos son: “Domingueando”, que promueve la interacción y el sano esparcimiento entre los residentes y las empresas locales; unos amigos han organizado un grupo llamado “AntiguoRunners” y salen a correr a través de la ciudad todos los jueves; otros jóvenes aprovechan las plazas para protestar contra los #DiputadosCorruptos.

La utilización de estos espacios, y su continua demanda, es lo que nos permitirá reconocernos como ciudadanos de una misma comunidad, y, si te gusta el deporte, podríamos correr por un mismo sueño: un mejor lugar para vivir.


* Presidente de ADESA 2011-2012. Publicado en La Prensa Gráfica, edición 6 de mayo de 2012.

lunes, 7 de mayo de 2012

¿Cambió algo el 11 de marzo?

Por Lic. Carlos R. Sánchez* 

Las pasadas elecciones incluyeron en nuestro sistema dos innovaciones: la incorporación de candidatos no partidarios y la utilización de listas cerradas desbloqueadas. ¿Cuál fue el impacto final en la configuración de la Asamblea Legislativa? ¿Cambió sustancialmente el panorama político gracias a ello?

Con relación a las candidaturas no partidarias, ninguno de los postulantes logró curul alguna, por lo que es fácil determinar que no hubo efecto significativo en la configuración Legislativa. Trataremos de hacer un primer acercamiento al efecto del desbloqueo de listas.

Si tomamos como muestra departamentos significativos en términos de tamaño: San Salvador (24 diputados), La Libertad (10 diputados), Santa Ana (siete diputados) y San Miguel (seis diputados); y los datos de tres partidos representativos según las últimas elecciones, ARENA, FMLN y GANA, podemos acercarnos a la determinación del efecto antes mencionado. Al hacer una comparación entre el orden de los candidatos propuestos por cada partido político en las listas presentadas al TSE y los candidatos efectivamente elegidos por el número de marcas, obtenemos los siguientes resultados (existe suficiente evidencia para concluir que las cúpulas partidarias, aun con el cambio de sistema, colocaron en las primeras posiciones de la lista a sus candidatos afines).

Para San Salvador, en el caso de ARENA, de los 11 candidatos, nueve hubieran sido elegidos si persistiera el sistema de lista cerrada bloqueada; en el del FMLN ocho de nueve presentan el mismo caso; para GANA fue irrelevante el cambio de sistema, los primeros dos candidatos de la lista obtuvieron las dos curules ganadas.

Para La Libertad en ARENA, cuatro de los cinco candidatos ganadores lo hubieran sido también en el antiguo sistema y en los casos del FMLN y GANA, el cambio de sistema resultó irrelevante, pues los cuatro del FMLN y el único de GANA son los mismos candidatos que hubieran obtenido una curul en el sistema anterior.

En el caso de Santa Ana, los tres candidatos que obtienen curules resultan los tres primeros de la lista de ARENA; igual suerte corren los dos candidatos del FMLN y el único de GANA. Igual para San Miguel.

Consolidando los datos de los cuatro departamentos, en ARENA los candidatos ganadores son en un 85% los mismos que hubieran obtenido curules en el sistema antiguo (17/20); en el FMLN lo son en un 94% (17/18); y en el caso de GANA, el cambio de sistema resultó irrelevante (5/5).

Lo anterior podría indicar que el impacto de las dos reformas resultó irrelevante: la configuración de la Asamblea Legislativa no cambió sustancialmente. ¿Significa que estas no son importantes para la democracia? La respuesta es que sí lo son. Un sistema se vuelve más democrático en cuanto es más sensible a las demandas de los ciudadanos (R. Dahl), y las reformas tienen ese efecto, especialmente en términos de rendición de cuentas, por cuanto permite a los electores castigar o premiar a los candidatos individualmente considerados, generándose un incentivo a responder de manera más intensa a las demandas ciudadanas.

Seguramente, los resultados tan poco evidentes a cortísimo plazo resulten mucho más palpables en elecciones posteriores cuando el mecanismo de control activado por el desbloqueo de las listas esté en marcha. Esperemos que así sea.

*Miembro de ADESA. Publicado en La Prensa Gráfica, edición 6 de mayo de 2012. Puede contactar al autor: croberto.sanchez@hotmail.com

domingo, 6 de mayo de 2012

El inexistente debate sobre educación


Por Lic. Cristina López*
Esta semana, un portavoz de el sindicato de trabajadores de la educación, Bases Magisteriales, anunciaba el cierre de escuelas que llevarán a cabo para realizar una protesta “a favor de sus derechos laborales”. Por muchos años, el ministerio de educación se ha visto en la obligación de discutir constantemente con los sindicatos de maestros que exigen mejores condiciones laborales, haciendo difícil la labor para la cual, en teoría, trabaja.
Y a pesar del sin-fin de marchas, protestas y cierres de calles llevados a cabo por los sindicatos, muy poco se ha hablado a favor de las verdaderas víctimas en el tema educativo: los millones de salvadoreños que por no tener acceso a una educación de calidad, no lograrán emplearse en el futuro para salir adelante y ofrecerles bienestar a sus familias.
La discusión de la mejora de calidad en la educación se ha limitado tristemente a un tema de presupuesto: tapando el sol con un dedo, el gobierno hace alarde de los millones invertidos en educación, ignorando el hecho de que en nada mejora la calidad educativa el despilfarro populista de recursos para repartir zapatos y uniformes. Aunque se trabajó mucho en pasados gobiernos por expandir la cobertura educativa, se ha avanzado muy poco en la búsqueda de una mejor calidad, o en la implementación de mecanismos alternativos a la educación administrada por el Estado.
En muchos países ha resultado exitosa la focalización de los recursos destinados a la educación convirtiendo los subsidios que se destinan a dicha cartera en “vouchers”, (o subsidios a la demanda) a través de los cuales cada alumno cuenta con un mínimo de recursos que puede destinar al pago de su colegiatura en la escuela (pública o privada) que los padres de familia consideren mejor, pagando la diferencia de precios, si existiere. Tampoco se ha discutido jamás la concesión de escuelas al sector privado, modelo que en ciertas zonas de USA ha brindado oportunidades de una educación de calidad, a alumnos en condiciones de pobreza. Esto posibilita la competencia entre centros educativos, incentivando a la mejora de calidad y a la contratación de mejores maestros. Además incentiva la inversión privada para la fundación de escuelas administradas por el sector privado en zonas en las que hasta ahora, la única opción es la educación pública.  Al darle más opciones a los padres de familia y hacer retroceder la intervención Estatal en la educación, se cumple con el doble propósito de mejorar la calidad y re-enfocar las labores del Estado a su rol primario: la garantía de la vida, libertad y propiedad privada de las personas.
En su libro “Basta de historias”, Andrés Oppenheimer presenta diferentes escenarios sobre el estado de la educación en diferentes países de Latino América, haciendo una comparación con países desarrollados para concluir que lo que separa en gran medida la brecha entre el desarrollo y la pobreza de un país, es la calidad educativa. Y sin embargo, en nuestro país, las marchas y protestas relacionadas con el tema educativo, se limitan a discutir aumentos de salarios y a la negociación de prebendas entre el gobierno y los sindicatos de maestros, demostrando muy poca preocupación por los niños, las verdaderas víctimas de la falta de discusión de alternativas.
Nota: Independientemente de la postura que se tenga sobre la participación del Estado en la educación (personalmente considero que la administración del Estado no ha contribuído en el caso salvadoreño a una mejora de calidad educativa), en otros países de América, la sociedad civil ha tomado un rol importantísimo en el debate sobre la educación: trabajando como maestros para ofrecer mejor calidad en el sistema público, proponiendo soluciones y empujando políticas públicas que garantizan la mejora en calidad para futuras generaciones. Ejemplos de lo anterior son: EnseñaPerú (aliados de la organización estadounidense TeachforAmerica) y Educación2020, de Chile.

* Miembro de ADESA. Publicado en El Diario de Hoy, edición 6 de mayo de 2012.