Por Lic. Cristina López*
Esta semana, un portavoz de el sindicato de trabajadores de la educación, Bases Magisteriales, anunciaba el cierre de escuelas que llevarán a cabo para realizar una protesta “a favor de sus derechos laborales”. Por muchos años, el ministerio de educación se ha visto en la obligación de discutir constantemente con los sindicatos de maestros que exigen mejores condiciones laborales, haciendo difícil la labor para la cual, en teoría, trabaja.
Y a pesar del sin-fin de marchas, protestas y cierres de calles llevados a cabo por los sindicatos, muy poco se ha hablado a favor de las verdaderas víctimas en el tema educativo: los millones de salvadoreños que por no tener acceso a una educación de calidad, no lograrán emplearse en el futuro para salir adelante y ofrecerles bienestar a sus familias.
La discusión de la mejora de calidad en la educación se ha limitado tristemente a un tema de presupuesto: tapando el sol con un dedo, el gobierno hace alarde de los millones invertidos en educación, ignorando el hecho de que en nada mejora la calidad educativa el despilfarro populista de recursos para repartir zapatos y uniformes. Aunque se trabajó mucho en pasados gobiernos por expandir la cobertura educativa, se ha avanzado muy poco en la búsqueda de una mejor calidad, o en la implementación de mecanismos alternativos a la educación administrada por el Estado.
En muchos países ha resultado exitosa la focalización de los recursos destinados a la educación convirtiendo los subsidios que se destinan a dicha cartera en “vouchers”, (o subsidios a la demanda) a través de los cuales cada alumno cuenta con un mínimo de recursos que puede destinar al pago de su colegiatura en la escuela (pública o privada) que los padres de familia consideren mejor, pagando la diferencia de precios, si existiere. Tampoco se ha discutido jamás la concesión de escuelas al sector privado, modelo que en ciertas zonas de USA ha brindado oportunidades de una educación de calidad, a alumnos en condiciones de pobreza. Esto posibilita la competencia entre centros educativos, incentivando a la mejora de calidad y a la contratación de mejores maestros. Además incentiva la inversión privada para la fundación de escuelas administradas por el sector privado en zonas en las que hasta ahora, la única opción es la educación pública. Al darle más opciones a los padres de familia y hacer retroceder la intervención Estatal en la educación, se cumple con el doble propósito de mejorar la calidad y re-enfocar las labores del Estado a su rol primario: la garantía de la vida, libertad y propiedad privada de las personas.
En su libro “Basta de historias”, Andrés Oppenheimer presenta diferentes escenarios sobre el estado de la educación en diferentes países de Latino América, haciendo una comparación con países desarrollados para concluir que lo que separa en gran medida la brecha entre el desarrollo y la pobreza de un país, es la calidad educativa. Y sin embargo, en nuestro país, las marchas y protestas relacionadas con el tema educativo, se limitan a discutir aumentos de salarios y a la negociación de prebendas entre el gobierno y los sindicatos de maestros, demostrando muy poca preocupación por los niños, las verdaderas víctimas de la falta de discusión de alternativas.
Nota: Independientemente de la postura que se tenga sobre la participación del Estado en la educación (personalmente considero que la administración del Estado no ha contribuído en el caso salvadoreño a una mejora de calidad educativa), en otros países de América, la sociedad civil ha tomado un rol importantísimo en el debate sobre la educación: trabajando como maestros para ofrecer mejor calidad en el sistema público, proponiendo soluciones y empujando políticas públicas que garantizan la mejora en calidad para futuras generaciones. Ejemplos de lo anterior son: EnseñaPerú (aliados de la organización estadounidense TeachforAmerica) y Educación2020, de Chile.
* Miembro de ADESA. Publicado en El Diario de Hoy, edición 6 de mayo de 2012.
No hay comentarios:
Publicar un comentario