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lunes, 19 de marzo de 2012

La inseguridad: un problema de TODOS


Por Lic. Carlos A. Guzmán*

El divorcio de la sociedad civil y el sector político se volvió evidente en los niveles de abstencionismo registrados en las elecciones del 12 de marzo, ya que el 50% de los ciudadanos aptos para ejercer el voto decidió no hacerlo. Esta situación denota una clase política distanciada de la población, en parte debido a las promesas incumplidas y a la falta de creatividad para solucionar los problemas que aquejan a la ciudadanía.

Para nadie es un secreto que la inseguridad ciudadana es el principal problema de la sociedad, esto aparece reflejado en cualquier encuesta de opinión, estudio o indicador internacional de El Salvador. Ante esto, las propuestas legislativas 2012-2015 de los principales partidos políticos incluían: “leyes para prohibir la portación de armas de fuego en manos de civiles”, “política de Estado con entes públicos despolitizados”, entre otras. Sin embargo, existe el riesgo que la atención gubernamental se limite a solventar eventos aislados o a realizar acciones de publicidad.

¿Aún recuerda que el 20 de junio de 2010 fueron incendiados muchos pasajeros de un microbús? o ¿recuerda el 11 de marzo de 2010, cuando el joven Carlos Francisco Garay falleció a manos de otro joven, y que casualmente fue fotografiado? Y así se podrían relatar cada una de las extorsiones que padecen muchos ciudadanos o los 10 homicidios diarios que entristecen el corazón del pueblo salvadoreño. Sin embargo, a pesar de las buenas intenciones y dedicadas actuaciones de algunos funcionarios públicos, el presupuesto de seguridad es la misma cantidad que se dedica a los subsidios (mal focalizados), persiste la falta de voluntad de algunos políticos, la escasa coordinación de las instituciones públicas al combatir el delito, las interpretaciones jurídicas incongruentes y más.

Este país donde tenemos nuestros hogares queridos, fértiles campiñas y ríos majestuosos, es el mismo que posee una “epidemia de homicidios” desde hace más de una década, al presentar una tasa de más de 40 homicidios por cada 100,000 habitantes durante la última década, y alcanzado el punto máximo durante 2009. En esta tierra donde ondulan doradas espigas y chisporrotean los yunques, muchos hogares viven día a día un luto permanente y permanentemente temerosos del mañana.

No podemos dejar este problema en manos del Gobierno porque tiene escasos recursos y carecen de los incentivos para actuar; por tanto, debemos crear los mecanismos ciudadanos que aseguren la atención del Estado sobre este problema. En ese sentido, son señales positivas los numerosos estudios elaborados por organismos nacionales e internacionales, así como las iniciativas académicas, por ejemplo el programa de políticas públicas de la ESEN.

Sin embargo, es preciso que la sociedad civil asuma este problema como propio y actúe en consecuencia. Al final, el principal problema no es la inseguridad ciudadana misma, sino la ausencia de soluciones de los funcionarios públicos y peor aún, la falta de interés de la sociedad, porque si los ciudadanos no exigen, el Estado no cumple.

Aún hay tiempo para “decirnos y decirles que aún creemos que es posible que la nación vuelva a renacer y salir de sus ruinas; para demostrarles a los señores de la muerte que estamos de pie y que no cejaremos de defender la vida de todos los hijos de este país” (Javier Sicilia). La inseguridad es un problema de todos, y debemos actuar antes que perdamos el país en donde vivimos.

* Presidente de ADESA 2011-2012. Publicado en La Prensa Gráfica, edición 18 de marzo de 2012.

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